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Sentir la nada en todo.
No, no es un trastorno psicológico… es levitar, es desvanecerse y fundirse en lo sublime.
Un nivel mágico de plenitud, de Ser esencia, de no sentir el mundo físico, trasladar la mirada al vacío en medio de regocijo y agradecimiento con el todo… con la fuente.

Muchas veces dejamos pasar estos momentos de “desvanecimiento” simplemente porque no nos concentramos en el instante cuando sucede de manera espontánea. Estos estadios involuntarios y “desenvueltos” que no son causados por nosotros sino que provienen de lo más profundo del Ser son mensajes de nuestra alma, “susurros contundentes” que nos piden que entremos más en ella, que la sintamos y seamos más con ella en su eternidad y en su amplitud.

Nos invita a que repitamos varias veces este proceso exploratorio, a no dejarlo perder cuando “nos sintoniza” y a que permanezcamos en ella el mayor tiempo posible evitando las alteraciones y distorsiones del mundo material. El alma es “sabia” y nos llama, nos habla cuando nos alejamos y cuando le damos la espalda…
Saber que somos almas no es conocernos, de ahí que se ve “obligada” a brotar desde si misma para llamar su atención y decirnos “siempre estoy contigo pero tu no siempre estás conmigo”… “siénteme en todo lugar y agradece, levita, se libre”.

Escuchar su voz es magia, es compañía, es deleite. Alteremos nuestra “escucha” para oírla más a menudo, para pernoctar más tiempo en ella, y así las puertas de un camino más luminoso se nos abrirán.

Nuestra alma... no siempre somos conscientes de su magia... siente la nada en todo, desvanécete y fusiónate en ella.